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impacto de los seguros en la movilidad compartida: tendencias y desafíos

La movilidad compartida, un fenómeno que ha transformado la forma en que nos desplazamos en las ciudades, está reconfigurando las reglas del juego para las compañías de seguros y los usuarios por igual. Con la proliferación de servicios como carsharing, ridesharing y scooters eléctricos, el sector asegurador enfrenta nuevos retos y oportunidades que están cambiando rápidamente el panorama.

En un principio, la irrupción de modelos como BlaBlaCar y Uber supuso un desafío regulatorio y de infraestructura. Sin embargo, a medida que los servicios de movilidad compartida se hicieron más comunes, las compañías de seguros comenzaron a adaptarse a esta nueva realidad. Los seguros tradicionales de automóviles, diseñados para vehículos de propiedad individual, han tenido que evolucionar para cubrir el uso compartido, con sus propias normas de responsabilidad y riesgos.

Uno de los grandes desafíos para los aseguradores es la valoración del riesgo. En la movilidad compartida, los vehículos rara vez están en manos del mismo conductor, lo que genera incertidumbre sobre el comportamiento de los usuarios y el estado del vehículo. Los aseguradores han recurrido a la tecnología para mitigar estos riesgos, utilizando desde aplicaciones de telemetría que recopilan datos de conducción, hasta modelos predictivos que ajustan las primas de seguro en tiempo real.

Otra cuestión que ha emergido es la regulación heterogénea en torno a la movilidad compartida. Cada ciudad o país puede tener diferentes normativas, lo que complica la creación de seguros uniformes. Las compañías deben ser ágiles, adaptándose a las legislaciones locales, y eso repercute en el costo de los servicios para los usuarios.

La pandemia de COVID-19 trajo también nuevos desafíos y oportunidades. Por un lado, la reducción temporal del uso compartido por miedo al contagio impactó negativamente en los ingresos de las compañías de movilidad, lo que también afectó las pólizas asociadas. No obstante, post-pandemia, el redescubrimiento de estos servicios como opción sostenible volvió a revitalizar la demanda, impulsando innovaciones, como pólizas más flexibles y de corta duración, que se adapten mejor a los hábitos cambiantes de los usuarios.

Además, la sostenibilidad se ha posicionado como uno de los puntos fuertes de la movilidad compartida. Las aseguradoras reconocen que, en un mundo que se mueve hacia la reducción de huella de carbono, la adopción de soluciones de movilidad verde no solo es responsable, sino también una oportunidad de negocio. Ofrecer productos que incentiven la utilización de estos servicios puede ser una ventaja competitiva.

Por último, la digitalización juega un papel crucial. Plataformas móviles y la integración con medios de pago facilitan la contratación y administración de seguros en tiempo real, proporcionando una experiencia de usuario fluida que se alinea con las expectativas de los usuarios actuales de movilidad compartida.

En definitiva, los seguros en el contexto de la movilidad compartida no son solo un desafío técnico y logístico, sino también una oportunidad para redefinir la relación entre el usuario, el vehículo y la aseguradora. Queda claro que el futuro de la movilidad será compartido, y las compañías de seguros que puedan anticipar las tendencias y adaptarse con rapidez se convertirán en aliados clave de este tránsito hacia una movilidad más sostenible y accesible.

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